lunes, 22 de junio de 2015

Reflexiones (Segunda Semana)

La semana anterior Silvia nos invitó a reflexionar sobre si en realidad “¿Somos conscientes del cambio…?” y nos dejó una serie de preguntas disparadoras…
¿Cuántos de nosotros, docentes entendemos y creemos fielmente en el cambio, que es de toda evidencia, realidad y que nuestros alumnos o estudiantes “piden a gritos”? ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a aceptar el cambio y “cambiar” realmente en pos de una mejor educación….? ¿Cuántos permitirán “ceder” su rol de “Profesor” (magistral) para ser guía, tutor o facilitador del alumno en su aprendizaje? ¿Estamos preparados para el cambio….cuánto tiempo más deberá pasar para que esto ocurra?... ¿Qué sienten ustedes? ¿En qué etapa del cambio se ubican y ubican sus Cátedras y colegas que en ellas participan?
Muchos de nosotros planteamos nuestro pareceres acerca de “...la comodidad que nos genera lo conocido…”, “…de cómo responden los alumnos…”, “…debemos los docentes quitarnos el miedo (o hacerle frente) y ahondar en temas como las TICs…”, “…que nuestros alumnos pueden conocer bastante sobre el manejo de dispositivos tecnológicos, pero no siempre pueden aplicar estos conocimientos al campo académico…”, “…que las Tics están abriendo caminos de vinculaciones sociales…”, "…que nosotros usamos las herramientas y las herramientas nos usan a nosotros…", etc.
Estuve leyendo la Conferencia Inaugural del II Congreso Iberoamericano de EducaRed “Educación y Nuevas Tecnologías” de la Dra. Edith Litwin “De caminos, puentes y atajos: el lugar de la tecnología en la enseñanza” (2005) que era una de las referencias bibliográficas de la  Entrega bibliográfica 1- Parte 2 del curso y quiero dejarles algunas reflexiones:
Las tecnologías siempre han sido un soporte de la actividad docente, desde la tiza y el pizarrón que sirvieron de apoyo a las primeras exposiciones magistrales que en la antigüedad los pensadores daban a sus discípulos pasando por todo tipo de soporte como ser mapas temáticos, fotografías, diapositivas, esquemas y cuadros sinópticos, rotafolios, filminas y retroproyectores, presentaciones Power Point, etc., etc. hasta las TICs con las que contamos hoy en día.
Lejos de “asustarnos”, estas nuevas herramientas deberían complementar a las “otras tecnologías” que ya estamos utilizando en pos de mejorar nuestra función última, que es la de transmitir nuestro conocimiento y experiencia a nuestros alumnos.
Es por ello que el uso de las nuevas tecnologías, deberían hacer más eficiente la enseñanza propendiendo por parte de los docentes a la búsqueda de creaciones que instalen temas y problemas, en torno a un tema curricular o posibiliten la comprensión de los mismos desde puntos de vista diferentes, y para ello es necesario trascender el determinismo tecnológico que asume que la mera inclusión de tecnologías traerá aparejada, por sí misma, una mejora en los procesos de enseñanza.
Los usos de los medios sociales son condición necesaria pero no suficiente para ofrecer propuestas educativas. Para lograrlo, resulta necesaria una reflexión profunda, respecto de las características del proceso educativo que estamos intentando llevar adelante.
Los jóvenes resultan más de una vez, para los docentes, en una fuente de preocupación por su falta de interés frente a muchos de los temas curriculares que intentamos abordar.
Hacer atractiva la enseñanza no es un tema de la herramienta tecnológica aun cuando las herramientas pueden posibilitar un tratamiento atractivo. Los contenidos deberán ser desafiantes, vinculados con la vida e intereses de los jóvenes, tratados en situaciones lúdicas en los casos en que sea posible y, respetuoso siempre, de los tiempos que necesita el aprender. Las nuevas tecnologías posibilitan estos tratamientos y más de una vez los potencian pero ellas no definen los contenidos curriculares ni eliminan el esfuerzo por aprender. En estos aspectos, nosotros los docentes, seguimos teniendo la misma ardua tarea.
Muchas prácticas docentes se fueron estructurando en función de la evaluación, transformándose esta en el estímulo más importante para el aprendizaje. De esta manera el docente comenzó a enseñar aquello que iba a evaluar y los estudiantes atendían porque el tema formaba parte de una parte considerable de las evaluaciones.
Si bien no podremos evitar que muchos de nuestros alumnos sigan buscando exclusivamente la “certificación” de sus conocimientos que da la nota del examen, nosotros no debemos claudicar y reforzar nuestro esfuerzo por ganarnos su interés en lo que intentamos transmitirles.
Los docentes debemos preguntarnos, si las demostraciones con las nuevas tecnologías generarán nuevos modos de aprender y si estos a su vez desarrollarán nuevos procesos reflexivos o nuevas maneras de pensar.
Si buscamos que las nuevas tecnologías, que resultan seductoras en los tiempos de ocio de los jóvenes, trasmitan la misma seducción para el tratamiento de los contenidos curriculares, simplemente por la atracción del soporte, es probable que obtengamos la misma respuesta frustrante.
En los estudios superiores (principalmente) deberíamos apuntar a formar personas con alta capacidad de aprendizaje para que se hagan preguntas y construyan estrategias de respuestas. Las tecnologías de la comunicación ayudan en el intercambio de preguntas y en la búsqueda de respuestas conjuntas, son posibilitadoras de encuentros, ofrecen que nos ayudemos unos a otros, promueven el reconocimiento de las ópticas diferentes, las dificultades o las soluciones a las que otros arriban. Compartir proyectos nos permite construir mejores soluciones.
Con este encuadre, las nuevas tecnologías que conocemos como WEB 2.0/Redes Sociales nos brindan la posibilidad única, a diferencia de las anteriores tecnologías, de trascender el entorno áulico, por lo que comprenderlas y adoptarlas debería ser nuestro desafío para potenciarnos como docentes.

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