La semana anterior Silvia nos invitó a reflexionar
sobre si en realidad “¿Somos conscientes
del cambio…?” y nos dejó una serie de preguntas disparadoras…
¿Cuántos de nosotros, docentes entendemos y creemos
fielmente en el cambio, que es de toda evidencia, realidad y que nuestros
alumnos o estudiantes “piden a gritos”? ¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos
a aceptar el cambio y “cambiar” realmente en pos de una mejor educación….? ¿Cuántos
permitirán “ceder” su rol de “Profesor” (magistral) para ser guía, tutor o
facilitador del alumno en su aprendizaje? ¿Estamos preparados para el
cambio….cuánto tiempo más deberá pasar para que esto ocurra?... ¿Qué sienten
ustedes? ¿En qué etapa del cambio se ubican y ubican sus Cátedras y colegas que
en ellas participan?
Muchos de nosotros planteamos nuestro pareceres
acerca de “...la comodidad que nos genera
lo conocido…”, “…de cómo responden
los alumnos…”, “…debemos los docentes
quitarnos el miedo (o hacerle frente) y ahondar en temas como las TICs…”, “…que nuestros alumnos pueden conocer
bastante sobre el manejo de dispositivos tecnológicos, pero no siempre pueden
aplicar estos conocimientos al campo académico…”, “…que las Tics están abriendo caminos de vinculaciones sociales…”, "…que nosotros usamos las herramientas
y las herramientas nos usan a nosotros…", etc.
Estuve leyendo la Conferencia Inaugural del II Congreso Iberoamericano
de EducaRed “Educación y Nuevas
Tecnologías” de la Dra. Edith Litwin
“De caminos, puentes y atajos: el lugar
de la tecnología en la enseñanza” (2005) que era una de las referencias bibliográficas
de la Entrega
bibliográfica 1- Parte 2 del curso y quiero dejarles algunas reflexiones:
Las tecnologías siempre han sido un soporte de la
actividad docente, desde la tiza y el pizarrón que sirvieron de apoyo a las primeras
exposiciones magistrales que en la antigüedad los pensadores daban a sus discípulos
pasando por todo tipo de soporte como ser mapas temáticos, fotografías,
diapositivas, esquemas y cuadros sinópticos, rotafolios, filminas y
retroproyectores, presentaciones Power Point, etc., etc. hasta las TICs con las
que contamos hoy en día.
Lejos de “asustarnos”, estas nuevas herramientas
deberían complementar a las “otras tecnologías” que ya estamos utilizando en
pos de mejorar nuestra función última, que es la de transmitir nuestro
conocimiento y experiencia a nuestros alumnos.
Es por ello que el uso de las nuevas tecnologías, deberían
hacer más eficiente la enseñanza propendiendo por parte de los docentes a la
búsqueda de creaciones que instalen temas y problemas, en torno a un tema
curricular o posibiliten la comprensión de los mismos desde puntos de vista
diferentes, y para ello es necesario trascender el determinismo tecnológico que
asume que la mera inclusión de tecnologías traerá aparejada, por sí misma, una
mejora en los procesos de enseñanza.
Los usos de los medios sociales son condición
necesaria pero no suficiente para ofrecer propuestas educativas. Para lograrlo,
resulta necesaria una reflexión profunda, respecto de las características del
proceso educativo que estamos intentando llevar adelante.
Los jóvenes resultan más de una vez, para los
docentes, en una fuente de preocupación por su falta de interés frente a muchos
de los temas curriculares que intentamos abordar.
Hacer atractiva la enseñanza no es un tema de la
herramienta tecnológica aun cuando las herramientas pueden posibilitar un
tratamiento atractivo. Los contenidos deberán ser desafiantes, vinculados con
la vida e intereses de los jóvenes, tratados en situaciones lúdicas en los
casos en que sea posible y, respetuoso siempre, de los tiempos que necesita el
aprender. Las nuevas tecnologías posibilitan estos tratamientos y más de una
vez los potencian pero ellas no definen los contenidos curriculares ni eliminan
el esfuerzo por aprender. En estos aspectos, nosotros los docentes, seguimos
teniendo la misma ardua tarea.
Muchas prácticas docentes se fueron estructurando
en función de la evaluación, transformándose esta en el estímulo más importante
para el aprendizaje. De esta manera el docente comenzó a enseñar aquello que
iba a evaluar y los estudiantes atendían porque el tema formaba parte de una
parte considerable de las evaluaciones.
Si bien no podremos evitar que muchos de nuestros
alumnos sigan buscando exclusivamente la “certificación” de sus conocimientos
que da la nota del examen, nosotros no debemos claudicar y reforzar nuestro
esfuerzo por ganarnos su interés en lo que intentamos transmitirles.
Los docentes debemos preguntarnos, si las
demostraciones con las nuevas tecnologías generarán nuevos modos de aprender y
si estos a su vez desarrollarán nuevos procesos reflexivos o nuevas maneras de
pensar.
Si buscamos que las nuevas tecnologías, que
resultan seductoras en los tiempos de ocio de los jóvenes, trasmitan la misma
seducción para el tratamiento de los contenidos curriculares, simplemente por
la atracción del soporte, es probable que obtengamos la misma respuesta frustrante.
En los estudios superiores (principalmente) deberíamos
apuntar a formar personas con alta capacidad de aprendizaje para que se hagan
preguntas y construyan estrategias de respuestas. Las tecnologías de la
comunicación ayudan en el intercambio de preguntas y en la búsqueda de
respuestas conjuntas, son posibilitadoras de encuentros, ofrecen que nos ayudemos
unos a otros, promueven el reconocimiento de las ópticas diferentes, las
dificultades o las soluciones a las que otros arriban. Compartir proyectos nos
permite construir mejores soluciones.
Con este encuadre,
las nuevas tecnologías que conocemos como WEB 2.0/Redes Sociales nos brindan la
posibilidad única, a diferencia de las anteriores tecnologías, de trascender el
entorno áulico, por lo que comprenderlas y adoptarlas debería ser nuestro desafío
para potenciarnos como docentes.